Los MOOC: orígenes, historia y tipos
Pedro Pernías Peco, Sergio Luján-Mora
Comunicación y Pedagogía. Especial MOOC. N° 269-270, p. 41-47. ISSN: 1136-7733.
(C&P'14b)
Revista / Journal
Resumen
En noviembre de 2012, el periódico The New York Times publicó el artículo “The Year of the MOOC”1 en el que se declaraba que el año 2012 había sido el año de los Massive Open Online Courses (MOOC) debido a la amplia atención que había recibido este nuevo término por parte de los medios de comunicación y la comunidad educativa mundial. Mucha gente piensa que los MOOC son la innovación tecnológica en educación más importante de los últimos 200 años2. E incluso Clayton Christensen, el famoso profesor de la Harvard Business School que acuñó el término “tecnología disruptiva”, piensa que los MOOC se pueden considerar disruptivos3. ¿Realmente los MOOC son una revolución o son una simple moda? Aunque los MOOC ya existían desde unos pocos años antes como una herramienta de aprendizaje colaborativo, su uso se limitaba a usuarios con un perfil muy concreto; sin embargo, el año 2012 ha sido el año en el que los MOOC han pasado a ser conocidos y usados por el “gran público”. A simple vista, los cursos MOOC no se diferencian mucho de los cursos en línea tradicionales que existen desde hace años, ya que al igual que un curso en línea tradicional, un curso MOOC posee un temario o programa; unos materiales, que normalmente son un conjunto de vídeos, pero que también pueden incluir lecturas; unas actividades que se pueden evaluar de diferentes formas (autoevaluación, evaluación automática, evaluación entre pares); unos ejercicios de tipo test para evaluar el aprendizaje; y un foro para discutir con el profesor o con otros estudiantes. Sin embargo, una mirada más profunda nos revela que el papel, o más bien, el comportamiento que presenta un alumno en un curso MOOC es distinto al comportamiento que presenta en un curso en línea tradicional; además, el carácter de masivo que implica que en un curso pueden coexistir decenas de miles de alumnos al mismo tiempo, crea una clara diferencia cualitativa (y claro está, cuantitativa), respecto a los cursos en línea tradicionales. El carácter de masivo no se tiene que entender en el sentido peyorativo de “masivo igual a masificación”: el carácter de masivo permite que surjan ciertas dinámicas y que se puedan realizar ciertas actividades educativas que no se pueden dar cuando el número de alumnos es reducido.